viernes, 12 de marzo de 2010

RUTA DE LOS MENHIRES DE VALDEOLEA

De Mataporquera a Mata de Hoz, a pie o en bici de montaña (13 kilómetros)

Mataporquera: la ruta se inicia en la capital municipal de Valdeolea, en concreto en la parte más alta del pueblo, frente a la iglesia de Santa Eulalia y el cementerio. Cruzar la carretera y una portilla con barrera canadiense, tomando un camino que asciende por una ladera herbosa hacia el Suroeste. Hay que dejar a la derecha una nave de bloques (Los Montadores) y bordear un bosque de robles jóvenes (El Monte de Mataporquera) hasta encontrar una torreta del tendido eléctrico, entrando entonces en el robledal, que se atraviesa por un sendero. A la salida del bosque se encuentra una pradería (Campo Calí) y una pista que hay que seguir de frente hasta un pinar, girando entonces a la derecha para alcanzar la cima de un pequeño altozano (cota 991), donde está el primer menhir.

Menhir “El Cañón”: también conocido con el significativo nombre de “Piedrahita”, antes de su restauración todavía estaba hincado, pero tan inclinado que recordaba a un cañón. Tiene 3’68 metros de altura, dominándose desde su emplazamiento una completa panorámica del valle y su entorno, aunque las copas de los pinos la ocultarán en breve. Tenemos que retroceder hasta el último desvío y girar ahora a la derecha, para encontrar una bifurcación a la salida del pinar. Seguiremos a la izquierda, para dejar el camino cuando empieza a subir a la izquierda, y seguir de frente campo a través encontrando en seguida el segundo menhir del recorrido.

Menhir “El Peñuco”: situado en el paraje denominado Mandafril, inmediato al pueblo de Bercedo, tiene 4 metros de altura. Desde el lugar también se domina el paisaje circundante, divisándose los pueblos de Las Henestrosas, La Quintana y Las Quintanillas, además del cercano Bercedo. Ahora tenemos que bajar hacia el Norte, para tomar un camino bien marcado que nos lleva en esa dirección, cruzándose con otras pistas. Tenemos que tirar por la segunda pista a la izquierda, alcanzando un nuevo cruce junto al cual existe un manantial con restos de un antiguo lavadero (Las Fuentes). Aquí hay que girar a la derecha, de nuevo hacia el Norte, siguiendo a la derecha en otra bifurcación, y después a la izquierda, situándose en lo alto de un cerro, a la derecha de la pista, el tercer menhir del recorrido.

Menhir “El Cabezudo”: ubicado en el paraje denominado El Olmo (cota 952), es el mayor de los encontrados en Valdeolea y uno de los más grandes de España, con 4’85 metros de altura. Antes de su restauración estaba partido en dos mitades. Para continuar el recorrido hay que descender de nuevo a la pista y seguirla hacia el Norte, tomando el segundo desvío a la derecha, y siguiendo después por otra pista a la izquierda. Muy cerca ya de la carretera, en un encuentro de pistas, se ubica el cuarto menhir, abrazado por una estructura metálica.

Menhir “La Llaneda”: tiene 3’78 metros de altura, y había sido derribado y desplazado de su emplazamiento original, que se desconoce, por lo que se ha levantado en este lugar de fácil acceso desde la carretera. Para continuar hay que salir a dicha carretera, seguirla unos metros a la derecha y, al llegar a la altura del desvío a la localidad de La Cuadra, entrar a la derecha, viendo ya el quinto menhir, situado a escasa distancia al otro lado de un arroyo, el cual se puede cruzar por unos “pasaderos” (piedras colocadas en el cauce para permitir el paso).

Menhir “La Puentecilla”: es uno de los más pequeños, con 2’35 metros de altura, habiendo sido restaurado, pues estaba partido. Ahora tenemos que volver a la carretera y seguirla de nuevo hacia la derecha, en dirección a Olea. Caminaremos por ella algo más de 3 kilómetros, hasta Reinosilla, teniendo cuidado con los coches, aunque el tráfico es muy escaso y el paisaje sumamente agradable. También hay que prestar atención para no pasarse de largo los menhires sexto y séptimo, situados a escasos metros de la carretera, en una zona de matorrales que queda a la izquierda. Nada más dar vista al aislado mesón de Casasola hay que cruzar una alambrada (hay una portilla) y ascender entre los matorrales para encontrar en seguida los dos menhires.

Menhires “La Matorra I” y “La Matorra II”: están juntos y son los más pequeños, con 1’60 y 2’20 metros respectivamente. Después de verlos hay que volver a la carretera y seguir por ella dejando atrás Casasola, antigua casa consistorial de Valdeolea y actual mesón. Al llegar a Reinosilla, pueblo que alberga una importante colonia de cigüeñas y que quedará a la izquierda, seguiremos un poco más por la carretera, hasta ver una laja megalítica situada a la izquierda de la misma.

Laja megalítica y “menhir-puente” de Reinosilla: la laja pudo pertenecer a un dolmen destruido, siendo acarreada hasta este lugar para servir de rústico puente sobre un cauce de agua. Unos metros más allá, a escasos metros de la carretera, pero hacia el otro lado, puede verse un dolmen cruzado sobre un arroyo con idéntica función. Una vez vistos ambos “puentes megalíticos”, retornamos hacia Reinosilla, y en la misma curva de la carretera entramos a la derecha, e inmediatamente otra vez a la derecha, tomando una pista que nos conduce sin pérdida posible hasta el noveno menhir.

Menhir “Peñahincada”: también conocido como “Piedra de Sansón”, una leyenda asegura que el legendario forzudo lo lanzó desde un alto cercano quedando clavado en este lugar. Tiene 3 metros de altura, y hasta su restauración permanecía hincado, aunque bastante inclinado. Este es el último menhir del recorrido, y si no queremos seguir hasta el pueblo de Mata de Hoz (otros 2 kilómetros) tendremos que retroceder hasta Reinosilla y volver a Mataporquera directos por la carretera, siendo 7 kilómetros con escaso tráfico y mucha tranquilidad. En caso de continuar hacia Mata de Hoz, seguiremos el camino hacia el Noroeste alcanzando la despoblada aldea de Espinosa, para después cruzar el río Camesa y terminar el itinerario en Mata de Hoz.

Mata de Hoz: en este pueblo merece la pena visitar su iglesia, en cuyo interior existen unas preciosas pinturas góticas, habiendo otras similares en los vecinos pueblos de La Loma, Valberzoso y Las Henestrosas. De Mata de Hoz a Mataporquera tenemos 12 kilómetros de carretera, aunque atajaremos 2´5 volviendo por el mismo camino a Reinosilla, siguiendo luego por la carretera hasta el punto de partida.

FERNANDO OBREGÓN GOYARROLA

RE: LOS ATLANTES

Incluyo aquí un impresionante trabajo de investigación arqueológica realizado por Alberto Guzmán:

A modo de introducción
Durante los tres últimos años he volcado mis esfuerzos en profundizar en unos vestigios arqueológicos que están considerados los más importantes de Europa en su género pero que, injustamente, han sido olvidados por la mayoría de los investigadores en cuanto han estudiado dichas construcciones individualmente, sin conectarlas con el marco en que se desarrollan ni con las culturas que pocos años después y/o contemporáneamente surgieron en otras muy distantes zonas de nuestro, ahora, pequeño planeta. Resultaría irrisorio para el lector comprobar la falta de documentación que sobre éstas tres obras maestras de la Humanidad existen en las universidades y librerías.
Las conclusiones que voy a aportar son provisionales pero objetivas y son el fruto de una paulatina recopilación de datos y mediciones "in-situ" pero también de un penoso trabajo de biblioteca. Pido al lector entienda que la tesis que presento se ha realizado aceleradamente y con las limitaciones propias de las bases. Pero creo sinceramente que estos monumentos megalíticos esconden en sus entrañas una sabiduría rodeada de misterio que merecen la pena escrutar.

Prehistoria ó Megahistoria
Las pirámides de Egipto comenzaban a tomar forma. Stonenghe esperaba a sus ingenieros para su construcción. Mientras tanto, en el sur de la península ibérica, concretamente en la inmensa llanura antequerana que se eleva 600 m sobre el nivel del mar, junto al gran peñón de rasgos humanos, se construía la obra megalítica más colosal que hasta entonces había conocido la humanidad. Hace más de 5000 años que un reducido grupo de obreros, con la sola ayuda de sus propios brazos, erigieron el dolmen de Menga. Siglos después, como siguiendo ritual marcado por las estrellas, surgían los dólmenes de Viera y del Romeral. ¿Pero que relación existe entre ellas y qué motivo a un rústico pueblo a erigir tan colosales construcciones?

Datación de las pirámides egipcias
Muy posiblemente el lector haya querido matizar la antigüedad de los monumentos egipcios al comenzar a leer el presente trabajo. Si bien es cierto que los arqueólogos datan con total precisión la construcción de las principales pirámides alrededor del 2500 AC, no lo es menos que ciertas peculiaridades la situarían miles de años antes. Pero hemos de considerar recientes investigaciones que aportan un emplazamiento sistemático de las pirámides de Gizeh y la Esfinge atendiendo a la posición de las constelaciones de Orión y Leo. Se trataría de un esquema estelar trasladado a las áridas tierras africanas.
Las simulaciones realizadas por ordenador sitúan dicha concordancia entre los años 10.970 y 8.810 AC, detalle inequívoco de que al menos las tres grandes pirámides fueron concebidas en aquellas fechas, pero no por ello construidas. No hemos de olvidar otros aspectos astronómicos que sí coincidirían con la datación que los arqueólogos toman como válida: la situación de los pozos y pasadizos que surgen de las llamadas Cámara del Rey y Cámara de la Reina. El primero está orientado al norte, mientras que el segundo hacia el sur. Sólo en la época correspondiente al 2500 AC, los cuatro pozos estaban perfectamente alineados con el tránsito por el meridiano de cuatro estrellas conocidas por su gran importancia para los antiguos egipcios: Beta de la Osa Menor, Alfa del Can Mayor, Alfa del Dragón y Theta de Orión.
Los estudios minuciosos realizados por diversos autores valoran la última hipótesis para la datación de las tres pirámides pero mantienen que todo aquel compendio de ingeniería, fue concebido casi 6000 años, antes.

Datación de los dólmenes de Antequera
Lamentablemente las investigaciones sobre los tres megalitos de la comarca antequerana, Menga, La Viera y El Romeral, se han limitado a seguir los procedimientos típicos para establecer su antigüedad, obviando el posible carácter astronómico de las construcciones y considerando exclusivamente la finalidad funeraria. Este último punto es muy discutible, ante mi entender, como trataremos más adelante.
Para ello, los autores, han seguido los métodos de la estratigrafía y la seriación. Sin embargo, otros más exactos como el Carbono 14, la termoluminiscencia, Potasio Argón o la serie de Uranio, no han podido ser evaluadas al no hallarse, en las dos más antiguas, restos que permitan éste tipo de analítica. El problema más inquietante y complejo es su posición cronológica ya que las representaciones rupestres halladas son establecidas mediante comparaciones con los elementos que integran el arte mueble. Sirva el siguiente ejemplo: supongamos que dentro de 5.000 años se investigan los restos de una casa andaluza. Los arqueólogos encuentran un ordenador que corresponde se fabricó en el año 2000 por comparación con otros hallazgos similares. Junto a esos restos hay un cuadro. Automáticamente será datado como de la misma fecha, es decir, del año 2000, aunque en realidad se trataba de una reliquia del siglo II que perteneció a los miembros de esa casa. En éste ladino ejemplo existe ya un error de datación de 1800 años.
Trasladémonos de nuevo a la cueva de Menga. El enclave ha sido utilizado, hasta hace pocos años, como refugio de pastores y sus ganados. Mucho antes lo fue por distintas culturas.
Las teorías de los arqueólogos suponen que se trató de una tumba colectiva, pero no se hallaron restos humanos enterrados en ella, si bien es posible, como veremos más adelante, que fueran saqueadas.
Actualmente se da por válido el hecho de que la cueva de Menga fue construida entre el 3000 y el 2500 a.C. Sin embargo, recientes investigaciones con el empleo del C14 en muestras del suelo, le dan una antigüedad considerablemente superior, el año 4000 AC, es decir, hace 6000 años.

El origen de los dólmenes.
Con la cultura neolítica surge una nueva espiritualidad que modifica la visión que el hombre tiene de su propio universo. Las creencias del hombre agricultor tiene que ver con los elementos de la naturaleza: lluvia, sol, viento, tierra, de los que depende para garantizar su subsistencia. Estas nuevas convicciones se materializan en la construcción de megalitos, un modo de expresar las primeras manifestaciones religiosas y plasmar la idea del renacimiento eterno. Los menhires actúan como mediadores entre el hombre y las fuerzas poderosas del cosmos. Son elementos simbólicos permanentes, que el hombre erige con una voluntad expresa de eternidad. Stonehenge y Menga, están orientado hacia el solsticio de verano. Los rayos de sol, en el último caso, inciden contra la profundidad de su cámara tras atravesar más de 20 metros de recorrido. Aún así, los arqueólogos señalan un origen tradicionista a la construcción de éstos megalitos, esto es, los consideran una vuelta intuitiva a las cavernas, lugar de refugio durante milenios del hombre primitivo. Sin embargo, tras un largo periodo de investigación del terreno y meditación, puedo concluir que, en los casos que estudiaremos dejan de tener sentido. El presunto "culto a las cuevas" se pudo haber mantenido sin necesidad de construir simulacros artificiales de tan laborioso esfuerzo. A varios kilómetros de distancia encontramos cuevas naturales algunas de las cuales fueron utilizadas por culturas prehistóricas como la de la Pileta (Benaoján), la de Nerja, la de Doña Trinidad (Ardales) o Cueva Navarro (Cala del Moral), sin mencionar todas las que encontramos en la provincia de Almería. Otras ni tan siquiera fueron disfrutadas aún cuando se hallaban más cercanas.

Nueva visión de la "cueva" de Menga
La Cueva de Menga es la más antigua de las tres. En una de mis últimas visitas al lugar me sorprendió el comentario de un viajero madrileño: "yo he estado en Egipto pero aquellas piedras con las que construyeron las pirámides si bien colosales, eran relativamente manejables. Estas, la de Menga, son descomunales e increíblemente desproporcionadas para ser trasladadas y siendo más antiguas".
Efectivamente, una de las losas que forman la techumbre pesa un mínimo de 180 toneladas. Dicho cálculo se ha efectuado midiendo sus proporciones (6m x 7m). Es decir, éste solo bloque tiene una superficie de 42 m2. En total existe un mínimo de 33 bloques pétreos de similares características que se suponen proceden del Cerro de la Cruz, situado a más de un kildel lugar y de acceso penosamente escarpado. La tracción animal no era conocida por lo cual se cree fueron ómetro trasladadas mediante el empleo de grandes troncos de madera y gran cantidad de energía humana. Pero algo no encaja.
Si observamos con detenimiento cada uno de los bloques (foto 1) comprobaremos la relativa perfección de sus bordes. No parecen haber sido golpeados o erosionados por el largo traslado. Además, la mayoría de estos bloques son de una terminación exquisita que llegan prácticamente a encajar los unos con los otros (foto 2). Si a ello unimos el que no se ha demostrado la existencia de un asentamiento humano de consideración en aquellos parajes y en aquellos tiempos, surgen ciertas preguntas que intentaremos responder más adelante. ¿Por qué se molestaron aquellos hombres en construir una "tumba" en un lugar deshabitado, utilizando piedras pesadas y no manejables?
El monumento de Menga, está orientado al Este. Como hemos dicho, aún en nuestros días los rayos del solsticio penetran hasta el fondo de la "cueva", iluminándola hasta en sus más recónditos espacios. La longitud de éste monumentos es difícil de calcular dada la desaparición de algunos de los componentes de la entrada original. Toda ella se encuentra en la actualidad cubierta por un cúmulo de tierra y piedras de un diámetro de 50 metros y que actualmente tiene una altura de aproximadamente 12 metros. En la figura 1 he intentado representar el estado actual del dolmen tal y como lo conocemos. En la figura 2 represento la apariencia original del monumento. Téngase en cuenta que en éstos 5000 años, probablemente 6000 la erosión producida por las lluvias, nieves y vientos ha debido de dejar una huella que a estas alturas de la investigación no puedo precisar con exactitud pero que es fácilmente sospechada. Hace 6.000 años se nos presentaba una gran llanura, apenas sin árboles. A lo lejos veríamos una gran construcción, bien acabada, cubierta con finas láminas de pizarra. Algo único para los ojos de lo escasos habitantes de aquellas regiones frías. El monumento, de una altura de 30 metros y con un diámetro de 70 aparecía majestuoso, empequeñeciendo al hombre que lo contempla. Al amanecer, el Sol señalaría un lugar especial, la entrada, posiblemente camuflada. Algún que otro año, unos extraños visitantes, tras un complicado ritual, se acercaban y, tras una manipulación de artefactos, abrían aquel vestigio, accediendo a su brillante interior. Entonces comenzaba la ceremonia." Esta imagen que he intentado reproducir es de fácil intuición si nos alejamos lo suficiente del lugar. A un kilómetro de distancia, por ejemplo, observaremos una protuberancia en el terreno que destaca sobre todo lo demás. Sólo unos cipreses colocados recientemente, impiden revivir la imagen ancestral.
Me ha resultado hasta el momento imposible demostrar la apariencia original del monumento en aquellos tiempos. ¿Se acumuló tierra sobre él de forma anárquica o se pretendió conseguir una figura geométrica concreta? Todo apunta al segundo extremo. Una vista aérea del terreno nos da la respuesta, al menos aparente. El aspecto, como hemos comentado, debía ser perfectamente circular. Sin embargo estoy en condiciones de poder afirmar que su aspecto original pudo ser piramidal, de cuatro lados perfectamente alineados. Esta afirmación, que puede parecer frívola, será complementada con los estudios realizados en Viera y el Romeral y podrían ser concluyentes si dispusiera de algunos medios que, posiblemente en unos años, estén a mi alcance.
A esta altura de la tesis cabe resaltar un último e importante apunte referente a "Menga". El monumento presenta una característica inusual. No existen pinturas, o restos de ellas, en todo el monumento. Sin embargo, a un metro de la entrada, a la izquierda y casi a tres metros de altura, destacan cinco incrustaciones en la piedra (figura 3). Los arqueólogos las han definido como figuras "antropomorfas". Efectivamente, dos de ellas podrían representar a hombres con los brazos en alto propio del arte prehistórico esquemático, inusual en el sur peninsular. Otras dos representan cruces, demasiado esquemático a mi parecer para representar a una persona. La última es clara, deliberadamente nítida. La primera impresión es que se trata de una estrella de cinco puntas, que parece señalar a los otros dos, ¿o cuatro?, dólmenes. Permítame el lector una breve meditación: "antes de conocer la existencia de aquellas figuras saque unas fotos del lugar. Al revelar el carrete se distinguía claramente la existencia de esos objetos. Tras posteriores visitas efectivamente he comprobado que existían y están registradas por diferentes autores en sus obras. Pero en aquella foto también existe otra imagen, más extraña y no registrada. El celo de los vigilantes me ha impedido por el momento comprobarlo sobre la piedra."
Hemos tratado ya el hecho de que el astro rey incidía cada mañana en la entrada de nuestro "templo" pero hay que señalar que, según cálculos bastante aproximados, la constelación de Orión sería visible desde la entrada al surgir por el horizonte. Pero dejemos ésta coincidencia para más adelante.

El dólmen de Viera
A setenta metros de distancia de Menga encontramos un nuevo y fascinante dolmen. Catalogada como tumba de corredor, es de los de mayores dimensiones conocidos, de este tipo. Está formado por un pasillo con puertas horadadas en su principio y final, dando esta última acceso a lo que se supone fue una cámara funeraria. El corredor conserva intacto un tramo formado por ocho ortostatos y cubierto por cuatro cobijas. La longitud total, medida personalmente, es de 12 metros y tiene una altura de 1.70 metros aproximadamente. El último tramo, de casi seis metros, está muy deteriorado. El corredor se cierra con una piedra con hueco labrado. Tanto éste dolmen como el de Menga se conocieron ya saqueados. El escaso material que proporcionó su excavación lo fechan hace 4.500 años.
Según las indagaciones realizadas y aún no concluidas, no hay pruebas de enterramiento en ella. Sólo el Museo Arqueológico de Madrid, parece poseer restos humanos procedentes de esa zona. Ricamente ataviado y rodeado de sus pertenencias, podría haber pertenecido a esta "tumba", pero por el momento no se ha podido concretar éste extremo.
Hemos de tener en cuenta, para hacer frente a la verdad, que dichas construcciones son conocidas, históricamente hablando, desde el siglo XVII. Saqueos y usurpaciones se han producido hasta hace tan solo 20 años. De hecho, en 1904 cuando son descubiertos los dólmenes de Viera y El Romeral, ya se encontraban expoliados.
Como hemos dicho la parte del corredor se conserva intacta y está formada por cinco grandes losas, cuatro forman las paredes y una cobija al mismo nivel que el corredor.
No se han hallado inscripciones en Viera, pero un examen concienzudo de la entrada, al menos de las losas que se mantienen en pié, nos descubre un nuevo misterio: se trata de varias perforaciones realizadas en la inmensa piedra, perfectamente circulares (foto 5), de 5 centímetros de diámetro y de una profundidad de unos diez centímetros. Interrogué a diversos arqueólogos de la zona, a los propios bedeles y ninguno supo contestarme. Lo que sí aseguraban es que no se habían sido realizadas por los descubridores sino que siempre han estado allí. ¿Qué nos señala esas perforaciones?
Se halla orientada al Oeste, justo en el sentido contrario que la cercana Menga. Pese ha haber sido construida quinientos años después, su terminación es perfecta. Los bloques, de menor tamaño que la anterior, se hallan perfectamente encajados los unos con los otros, de forma milimétrica (foto 4). Resulta paradójico escuchar hablar a algunos autores de la excelencia de las uniones en las pirámides y en las construcciones incaicas y pasar por alto el perfecto acabado en el corte y en el transporte de nuestro cercano "templo".
Si como suponen los investigadores el Dolmen de Viera se trato de una tumba, ésta fue individual. La importancia del "ser" que allí fue enterrado debió ser sobrenatural, más también vino de lejos, teniendo en cuenta los escasos asentamientos prehistóricos, en cuanto a populosos se refiere, encontrados en la zona.
¿Existió un matiz astronómico en la orientación de Viera? Como acabamos de señalar existe una oposición drástica con relación al dolmen de Menga. Pues efectivamente. En este caso, y aún por increíble que parezca, la constelación de Orión desaparecía exactamente por ese punto en el solsticio de verano. Es imposible para éste autor, por el momento, determinar que estrella era la que exactamente incidía en su ocaso sobre la puerta sellada de nuestro "templo". Un programa informático avanzado y mediciones precisas sobre el terreno, no sólo determinaran esa cuestión sino que también podrán datar con exactitud su construcción.
Viera se encontró así mismo cubierto por un túmulo de arcilla, que aún en nuestros días se conserva. Si en el caso de Menga la erosión ha hecho mella en sus dimensiones originales aún estado compuesta también de piedras ¿cuánto mayor habrá sido la erosión en el túmulo de tierra fina que cubre Viera?

El Dolmen del Romeral
Hemos dejado de lado algunas apreciaciones complementarias de los dólmenes de Menga y Viera y nos desplazamos dos kilómetros para dedicar un espacio a éste último monumento Calcolítico.
Cuando entramos allí por primera vez sentimos una extraña sensación de aislamiento. El mundo parece detenerse..., el silencio se apodera del espacio y aparece ese olor mágico que sólo en ocasiones muy especiales se puede sentir. Los pelos se erizan como si existiera una fuerte energía eléctrica. Cuando por segunda, tercera y sucesivas veces volvemos a entrar, esas sensaciones en vez de velarse como miedo infantil, se hacen aún más fuerte. ¿Qué ocurre en "El Romeral"? Cuando por primera vez saque la brújula bajo la gran cúpula no lo pude creer. Giraba y giraba sin indicar rumbo. Al cambiar de posición ésta se detiene y nos indica que se encuentra orientada al norte.
Éste dolmen está considerado el más antiguo en utilizar la falsa cúpula, de tipo tholos. El corredor es de forma trapezoidal. Está formado por varias cámaras. La primera de ella es de forma circular y está cerrada por una gran losa. En el otro lado se abre la entrada a la segunda cámara, también de planta circular pero de dimensiones menores y cubierta por otra gran losa. Estas oscilan entre un peso de 25.000 y 30.000 kilos cada una. Allí, a 20 centímetros del suelo hay una losa empotrada en la pared, donde se encontró parte del ajuar del dolmen.
Todo el conjunto está, una vez más, cubierto por un gigantesco túmulo, cuyo punto mas alto coincide con la mayor de las cámaras. Los autores la datan con una antigüedad de 4.000 años.
En cuanto a sus dimensiones nos encontramos en el mismo caso anterior: la destrucción de parte del corredor o entrada principal. Cálculos tomados por éste autor dan diez metros hasta la primera cámara, cuatro metros para la cámara mayor y tres para la menor, cubierta con la "lápida". A estas mediciones debemos añadir 6 metros de corredor destruido por el tiempo que nos da una longitud total del monumento de 28.5 metros. Estas dimensiones, relacionadas con los monumentos anteriormente señalados, responden a una causa que por el momento es imposible incluir en éste trabajo pero que tienen clara significación astronómica para cualquier profano. En la actualidad están siendo estudiadas con detalle por el autor.
En cuanto a otros aspectos astronómicos resaltaremos varios puntos: el primero de ellos su obvia y perpetua alineación con la Estrella Polar, el segundo su exacta coincidencia en verano con el paso por el horizonte de la principal estrella de la constelación de la Osa Mayor, y por último su perfecta orientación hacia el conjunto dolménico de Menga y Viera. Este último punto fomenta aún más si cabe, la importancia de los conjuntos monumentales anteriormente señalados e indica una fuerte relación con la más antigua, colosal y a la vez desconcertante de las construcciones, la "cueva" de Menga.

Relación entre los dólmenes y dólmenes por descubrir
Hasta el momento hemos señalado características individuales de cada una de las construcciones. Hemos vislumbrado cierta relación entre ellas. Hemos reconocido, en una zona concreta de la geografía peninsular, a una cultura que se ha desplazado exclusivamente para construir, durante decenas de años, una obra colosal que perdura con esplendor casi como en los primeros días. También hemos comprobado ciertas "coincidencias" astrológicas que ponen en entredicho las teorías de estudiosos tradicionales sobre el origen de éstos monumentos. Reconocemos conocimientos impropios de dichas culturas que prácticamente acaban de salir de sus abrigos naturales y se molestan en trasladar toneladas de piedra para construir "templos" que no son útiles para la vida cotidiana. Y hemos comprobado como, el único esbozo que se esculpe en la piedra representa a una estrella de cinco puntas.
El autor cree, está convencido, que los conjuntos dolménicos de Antequera, responden a un mapa estelar que nos indica algún acontecimiento inesperado que marco la historia de varias tribus situadas en muy distantes puntos. El estudio de las inscripciones de Menga, concretamente de la figura esculpida cercana a la estrella y reflejada en una de las fotografías tomadas, podrían llevarnos hasta Africa en una relación desconcertante e impropias de una cultura terrestre.
Este mapa estelar (figura 4) nos lo descubre la vista aérea de la zona. Una extraña coincidencia de simetría entre la principal constelación efectuada a escala. Estoy convencido de que existen dos dólmenes aún por descubrir situados a varios cientos de metros de los principales. De hecho, observando el terreno, distinguiremos dos colinas en forma de túmulo que destacan sobre la llanura que ronda a todo el paraje. En aquel momento confirmaremos plenamente la hipótesis expuesta.

A modo de conclusión
Los estudios realizados sobre el terreno han sido extremadamente laboriosos, más aún al no contar con la plena autorización de las entidades, y no han sido concluidos. He intentado destapar una misteriosa relación que nos llevaría desde Antequera hasta Egipto pasando por los Millares (Almería), los tholos (Grecia), las misteriosas inscripciones saharaüis e incluso hasta el Nuevo Continente.
Sirva el presente trabajo como mera aproximación y sepa el lector que datos y detalles quedan por desvelar.

FOTOS






1 comentario:

  1. los reptilianos annunakis estuvieron dtras de la construccion de los dolmenes de antequera,asi como de las piramides pues son portales dimensionales encima de vortices energeticos y no tumbas

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